Reino Unido prohíbe las protestas y las oraciones silenciosas cerca de los abortorios
El 31 de octubre de 2024 entró en vigor una nueva ley en Inglaterra y Gales que prohíbe cualquier tipo de protesta contra el aborto, la distribución de panfletos o incluso la oración silenciosa dentro de un radio de 150 metros de las instalaciones donde se practique el aborto.
Esta legislación, que comenzó a aplicarse en Halloween, impone una multa ilimitada a aquellos que la infrinjan. La medida, que fue recibida con entusiasmo por la industria del aborto, podría resultar en un incremento significativo en los ingresos de las clínicas, pero se considera un “truco” para la sociedad, ya que la ley se presenta como una respuesta al acoso, sin que exista evidencia de que los defensores de la vida estén cometiendo tales delitos.
La nueva ley es vista por algunos como un retroceso en los derechos fundamentales, ya que contrasta con los principios establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en 1948 reconoció el derecho a la vida desde la concepción. La legislación británica se aleja de las enseñanzas de los Juicios de Nuremberg, cuando el aborto era considerado un crimen contra la humanidad. En su lugar, ahora se silencia a aquellos que defienden el derecho a la vida, restringiendo su libertad de expresión en nombre de la protección de los derechos reproductivos.
La libertad de expresión, consagrada en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, establece que todos tienen derecho a “sostener opiniones y recibir y transmitir información e ideas sin injerencias de las autoridades públicas”. Sin embargo, esta nueva ley en el Reino Unido parece contradecir esos principios al prohibir cualquier tipo de manifestación pública contra el aborto, incluso en forma de oración silenciosa. La prohibición, según algunos críticos, refleja un giro hacia un control más estricto de la opinión pública y una vulneración de las libertades que anteriormente eran defendidas por los políticos de izquierda.
La legislación ha generado un creciente descontento social. La medida ha sido comparada con el trato más permisivo hacia otras formas de protesta, como las manifestaciones medioambientales o las protestas políticas disruptivas, lo que ha llevado a un debate sobre la doble moral de las autoridades.
Según el comentarista Nick Ferrari, es paradójico que se pueda arrestar a una persona por orar en silencio, mientras que aquellos que cierran una carretera o interrumpen el tráfico reciben un trato mucho más indulgente. Para muchos, esta ley no solo es una restricción a la libertad de expresión, sino también un reflejo de un gobierno que prioriza ideologías abstractas sobre la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.