Fomentar el odio a los no vacunados estaba previsto cuando las «vacunas COVID» eran todavía una esperanza

Escrito por Norbert Häring

En un elaborado estudio de la elitista universidad estadounidense de Yale, se investigó, incluso antes de que se desarrollara la vacuna, qué medios psicológicos de masas podrían utilizarse mejor para conseguir que la gente se incitara mutuamente a vacunarse. Los mensajes que resultaron especialmente eficaces fueron exactamente los que se utilizaron posteriormente a nivel internacional para promover el ostracismo social y la discriminación de quienes no estaban dispuestos a vacunarse.

Ya el 3 de julio de 2020 se inició un estudio experimental de la selecta universidad estadounidense de Yale «Persuasive messaging to increase COVID-19 vaccine uptake intentions».

Nota de traducción: » To persuade» puede traducirse como «persuadir» o «convencer». En el contexto general, queda claro que se trata de persuadir, de evocar sentimientos, no de convencer con argumentos.

Teniendo en cuenta el elaborado diseño del estudio, con más de 4.000 participantes que hubo que reclutar primero, y los numerosos institutos universitarios implicados (Salud Global, Enfermedades Infecciosas, Estudios Sociales y Políticos, Política Americana, Ciencias Políticas, Epidemiología, Enfermería), es obvio que la planificación debió de comenzar mucho antes de julio, cuando todavía se desconocía por completo cuándo estarían disponibles las vacunas y cuáles serían sus características. Los autores, cuando el estudio se publica finalmente en la revista Vaccine en octubre de 2021, lo admiten tímidamente al final en las «limitaciones» del estudio:

«Medimos la propensión a la vacunación en un momento en el que no existía ninguna vacuna y aún no se conocía la eficacia y los efectos secundarios de las posibles vacunas».

Sin embargo, esta falta de conocimiento no impidió que los científicos se limitaran a afirmar en los distintos mensajes que las vacunas, cuya eficacia se estaba probando, eran muy eficaces y seguras y que, si la tasa de vacunación era alta, la pandemia acabaría gracias a la inmunidad de grupo. Estas fueron precisamente las afirmaciones que se utilizaron por doquier en la posterior campaña de vacunación y que desde entonces se ha demostrado que son en su mayoría falsas.

Sin embargo, incluso en el otoño de 2021, cuando se publicaron los resultados del estudio, cuando hace tiempo que estaba claro que existen graves efectos secundarios en un número considerable y que la inmunidad de rebaño no es alcanzable con las vacunas de eficacia muy limitada, los autores afirmaban sin pudor:

«Sigue siendo importante convencer al público en general de la seguridad y la eficacia de las vacunas COVID-19 para garantizar que se alcance el umbral de inmunidad de grupo. Nuestros experimentos proporcionan pruebas sólidas de que el llamamiento a proteger a los demás tiene un impacto en la intención de vacunarse y en la presión social sobre los demás para que hagan lo mismo».

Mensajes pérfidos

Los autores no revelan el número de personas que participaron en el experimento, sino sólo que 4361 permanecieron hasta el final. A un grupo de control de algo menos de 600 sujetos se les preguntó sobre su disposición a vacunarse al principio y al final, sin recibir ningún mensaje relevante. Algo menos de 300 recibieron el mensaje básico con las afirmaciones sobre la eficacia y seguridad de la vacuna y que es importante que se vacune el mayor número posible de personas para acabar con la pandemia. En 12 grupos igualmente grandes de algo menos de 300 personas sometidas a la prueba, este mensaje básico se complementó con diversos mensajes adicionales que pretendían generar apreciaciones y sentimientos.

Las siguientes afirmaciones resultaron ser las más eficaces para aumentar la propia propensión a la vacunación y la tendencia a instar a otros a vacunarse:

Interés público y vergüenza: Imagínese lo incómodo y bochornoso que sería para usted si no se vacunara y transmitiera el COVID-19 a un ser querido.

Falta de valentía: Las personas que se niegan a vacunarse contra el COVID-19, aunque exista una vacuna, porque no creen que vayan a enfermar o porque no les preocupa, no son valientes sino imprudentes. Quienes no se vacunan ponen en riesgo la salud de su familia, sus amigos y su comunidad. No hay nada atractivo ni independiente en ignorar las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Si no se vacuna en cuanto la vacuna está disponible, pone en riesgo la salud de los demás. Para demostrar su fortaleza, debe vacunarse para no enfermar y restar recursos a otros que los necesitan con más urgencia, o arriesgarse a propagar la enfermedad a otras personas que están en riesgo y algunas de las cuales no pueden vacunarse.

Confianza en la ciencia: la vacuna contra el COVID-19 es la forma más eficaz de proteger a su comunidad. La única manera de vencer al COVID-19 es utilizar métodos científicos, como la vacuna. Destacados científicos creen que las vacunas, una vez disponibles, son el medio más eficaz para detener la propagación del COVID-19. Las personas que se oponen a la vacuna suelen ser ignorantes o están confundidas con la ciencia.

Libertad: COVID-19 restringe la capacidad de muchas personas de vivir su vida como les parezca. La gente ha tenido que cancelar bodas, no asistir a funerales y dejar de realizar otras actividades importantes para su vida cotidiana. Además, las medidas gubernamentales para evitar la propagación del COVID-19 restringen nuestra libertad de reunión y movimiento. Recuerde que cada persona que se vacuna reduce la probabilidad de que perdamos nuestras libertades o de que el gobierno nos vuelva a encerrar. Quizá no pueda conseguirlo solo, pero todos podemos preservar nuestra libertad vacunándonos.”

El más efectivo, como era de esperar, fue el mensaje de «Falta de valentía», que contiene el mayor conjunto de acusaciones emocionales contra las personas que no quieren vacunarse.

En general, los cuatro mensajes más exitosos ya contienen prácticamente todo lo que se nos ha inculcado constantemente a través de todos los canales en el curso de la campaña de odio y exclusión contra los escépticos de la vacunación:

  • Las personas que no se vacunan tendrán que vivir después con la posibilidad de haber infectado y matado a sus seres queridos.

  • Son imprudentes e ignorantes.

  • Si se ponen enfermos por ello, quitan recursos a otros que los necesitan con más urgencia.

  • Ponen en peligro a los grupos de riesgo y a las personas que no pueden vacunarse.

  • Son estúpidos o maliciosos negacionistas de la ciencia, porque los científicos prominentes llevan (siempre) la razón.

  • Ellos son los culpables de las necesarias restricciones a la libertad por parte del gobierno.

Estos mensajes han provocado tanto odio hacia los no vacunados, tanta división en la sociedad, porque fueron diseñados y probados para hacer precisamente eso, o como dicen los autores del estudio en términos técnicos y científicos:

«Hacer hincapié en que la vacunación es un acto de carácter social aumenta no sólo la aceptación, sino también la disposición a instar a otros a hacerlo, tanto por la persuasión directa como por el juicio negativo de quienes no están dispuestos a vacunarse.»

¿Qué pasa ahora?

Los expertos de Yale en la manipulación de la población a través de la propaganda siguen aconsejando con entusiasmo. Cuando la antigua teoría de la conspiración de abono anual de vacunas fue declarada política oficial del gobierno de los Estados Unidos el 6 de septiembre de 2022, Saad Omer, uno de los autores del estudio, estuvo presente con consejos de implementación.

El Coordinador en materia de coronavirus de la Casa Blanca, Ashish Jha, había anunciado que en el futuro probablemente sólo sería necesario vacunar contra el covid una vez al año. Según él, lo más sensato sería administrarla junto con la vacuna anual contra la gripe. También dijo:

«Realmente creo que por eso Dios nos dio dos brazos, uno para la vacuna de la gripe y otro para la vacuna Covid».

Para ello, Saad Omer, profesor de epidemiología, dijo que la estrategia más eficaz sería crear un sistema de renuncia utilizando la «teoría del empujón». Cada vez que alguien entra en contacto con el personal sanitario, se le debe ofrecer la vacuna por defecto, dijo.

Los colegas de Omer en Yale expresaron su escepticismo en el mismo artículo sobre si realmente estamos preparados para vacunar sólo una vez al año. Ahí queda la gran eficacia de la vacuna y su promesa de acabar con la pandemia cuando la mayoría de la gente se haya vacunado, que Yale seguía alabando en otoño de 2021.

Un bávaro diría: ¡Hijos de puta!

Fuente: https://norberthaering.de/news/yale-studie-impfung/

Traducido por Counterpropaganda

https://t.me/counterpropaganda20

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