Estados Unidos libera a un yihadista británico que asesinó a al menos cinco personas

La decisión de juzgar en Estados Unidos a uno de los miembros del grupo de los “Beatles”, afiliado al mal llamado Califato Islámico, pretendía encubrir sus anteriores vínculos con la inteligencia británica y su papel en acciones clandestinas para derrocar al gobierno de Siria.

En enero de 2023 los informes revelaron que Alexanda Kotey, conocido como “Jihadi George” y uno de los cuatro miembros británicos del Califato Islámico conocidos colectivamente como los “Beatles”, había desaparecido de la custodia de la Oficina de Prisiones de Estados Unidos (BOP).

El año pasado Kotey fue declarado culpable en un tribunal estadounidense y condenado a cadena perpetua por el secuestro de varios rehenes occidentales en Siria entre 2012 y 2015, entre ellos los periodistas James Foley, John Cantlie y Steven Sotloff, y los cooperantes Kayla Jean Mueller, Peter Kassig, David Haines y Alan Henning, la mayoría de los cuales fueron ejecutados posteriormente por el Califato Islámico.

Alexanda Kotey

Un portavoz de la Oficina de Prisiones se negó a proporcionar detalles sobre dónde se encontraba Kotey o por qué había sido trasladado, limitándose a decir que había “varias razones” por las que un detenido podía ser “retirado de la custodia de la Oficina de Prisiones”, entre ellas “audiencias judiciales, tratamiento médico u otras razones. No proporcionamos información específica sobre la situación de los detenidos que no están bajo custodia del BOP por razones de seguridad, protección o confidencialidad”.

Los vínculos del yihadista con la inteligencia británica

La negativa de los funcionarios del BOP a proporcionar detalles sobre el paradero de Kotey hace temer que pueda escapar a la justicia por sus delitos. Esto se debe a los vínculos previos de Kotey con la inteligencia británica, que trató de utilizar a extremistas islamistas radicados en Reino Unido como Kotey como delegados en la guerra de cambio de régimen encabezada por Estados Unidos en 2011 contra el gobierno sirio.

Los vínculos de Kotey con la inteligencia británica se ponen de relieve en los enrevesados esfuerzos para procesarlo tras su detención en 2018 por las FDS kurdas, respaldadas por Estados Unidos.

Aunque Kotey tiene nacionalidad británica, como tres de sus presuntas víctimas, Haines, Henning y Cantlie, las autoridades británicas insistieron en que Kotey y su compañero Elshafi Elsheij debían ser juzgados por tribunales estadounidenses y no británicos.

Una revisión de los acontecimientos que rodearon el caso de Kotey revela que procesar al londinense del oeste en Estados Unidos era necesario para evitar revelar sus vínculos y los de sus compañeros de los “Beatles” con la inteligencia británica.

Los británicos que crearon el Califato Islámico

Kotey viajó a Siria en agosto de 2012 con su compañero Muhammad Emzawi, conocido como “Jihadi John”, como parte de un “embudo terrorista” establecido por la inteligencia británica. A su llegada a Siria, Kotey y Emzawi se unieron inmediatamente a un grupo armado que luchaba contra el gobierno sirio, conocido como la Katiba Al-Muhajirin.

En noviembre de 2012 Emzawi participó en el secuestro del periodista estadounidense James Foley y del periodista británico John Cantlie cerca de la localidad de Binnish, en el noroeste de Siria.

Elshafi Elsheij

Kotey, Emzawi y Elsheij sirvieron posteriormente como carceleros de Foley, Cantlie y otros rehenes occidentales. Muchos miembros de la Katiba Al-Muhajirin -incluido el trío- contribuyeron después a sentar las bases del ascenso del Califato Islámico al unirse al grupo terrorista cuando se formó en abril de 2013.

Foley fue brutalmente asesinado por Emzawi en agosto de 2014. En una grabación de vídeo del asesinato, un Emzawi enmascarado y vestido de negro decapita a Foley, que estaba arrodillado en la arena del desierto con un mono naranja de prisión al estilo de Guantánamo. Sotloff, Haines, Hennig y Kassig fueron asesinados posteriormente, mientras que el destino de Cantlie sigue siendo desconocido.

Kotey y Elsheij fueron considerados durante mucho tiempo como preocupantes para los servicios de seguridad. Implicados en una red del oeste de Londres que desde hace tiempo abastecía los campos de batalla yihadistas con jóvenes británicos y creaba células terroristas en Reino Unido.

Según los documentos judiciales presentados en el caso de Kotey, éste intentó viajar por primera vez a Siria con otros tres británicos a través del túnel del Canal de la Mancha en febrero de 2012, pero le denegaron la entrada en la frontera turca y fue deportado.

Un mes después Kotey volvió a intentarlo, pero fracasó en su intento de llegar a Siria volando desde Barcelona. Regresó a Londres a través de la estación de St Pancras, donde la policía le detuvo por llevar una “navaja de muelle”.

En agosto de 2012 Kotey intentó por tercera vez viajar a Siria por tierra a través de Europa con Emwazi. La pareja fue detenida al menos dos veces durante el viaje de dos meses, aunque no estaba claro en qué países. Cada vez, al parecer, se les permitió continuar su camino.

Un portavoz de las FDS dijo que Kotey entró en Turquía en 2012 “a pesar de que la inteligencia turca conocía su historial yihadista”. Le concedieron una estancia de dos meses en Turquía, luego le permitieron viajar a Siria y entró en suelo sirio por el paso fronterizo de Bab Al-Hawa.

Tras años de lucha en la Katiba Al-Muhajirin y luego en el Califato Islámico, Kotey y Elsheij fueron detenidos por las FDS en 2018. Ese año el Califato Islámico había sufrido una derrota a manos del ejército regular sirio y sus aliados, por un lado, y de las fuerzas estadounidenses y kurdas de las FDS, por el otro. Los dos bandos (los leales y los kurdos apoyados por Estados Unidos) se disputaban entonces el control de las regiones productoras de petróleo y cereales del noreste de Siria. En cuanto a Emzawi, ya había muerto en un ataque aéreo estadounidense en 2015.

Cinco asesinatos, ocho secuestros y ninguna responsabilidad

En el momento de la detención de Kotey en 2018, la policía británica llevaba tiempo reuniendo pruebas de sus actividades terroristas. La Fiscalía le acusó a Kotey de cinco cargos de asesinato y ocho cargos de toma de rehenes en febrero de 2016, y emitió órdenes de busca y captura en su contra.

Sin embargo, una vez que Kotey fue detenido por las FDS, las autoridades británicas tomaron medidas legales extraordinarias para garantizar que no fuera devuelto a Reino Unido para ser juzgado, insistiendo en que fuera juzgado en un tribunal estadounidense.

Posteriormente, el Ministerio del Interior británico revocó la nacionalidad británica de Kotey, lo que dificultó su procesamiento en Reino Unido. Según Ken Macdonald, ex Director de la Fiscalía de Reino Unido, despojar a Kotey de su ciudadanía parecía un intento del gobierno de “eludir la responsabilidad de llevarlo ante la justicia”.

El ministro de Seguridad británico, Ben Wallace, dijo al Parlamento en julio de 2018 que Reino Unido no tenía pruebas suficientes para juzgar a Kotey y que la única opción era un juicio en Estados Unidos. Sin embargo, una fuente jurídica familiarizada con el caso afirmó que “los familiares británicos de los asesinados por los ‘Beatles’ habían sido engañadas por funcionarios del gobierno británico” y dijo que “si estos hombres no son enviados a Estados Unidos, podrán procesarlos”.

En 2018 The Telegraph informó de que, según una carta filtrada del ministro del Interior de Reino Unido, Sajid Javid, la Policía Metropolitana y el FBI habían estado investigando las actividades de Kotey en Siria durante cuatro años, “tomando más de 600 declaraciones de testigos en una investigación criminal que involucraba a otros 14 países”, y que había “inteligencia” que implicaba a Kotey en el “secuestro y asesinato” de dos británicos y tres estadounidenses.

El apoyo británico a los terroristas en Siria

Sin embargo, los funcionarios británicos hicieron bien en decir a los familiares de las víctimas que si Kotey y Elsheij no eran enviados a Estados Unidos, no podrían ser procesados. De hecho, la inteligencia británica había apoyado directamente a la Katiba Al-Muhajirin, el grupo armado para el que lucharon inicialmente Kotey, Elsheij y Emzawi durante el periodo en el que participaron en el secuestro y cautiverio de numerosos rehenes occidentales.

Dos intentos anteriores de condenar a ciudadanos británicos por terrorismo por su implicación en la Katiba Al-Muhajirin fracasaron por este mismo motivo, lo que ilustra el apoyo de los servicios de inteligencia británicos a los grupos armados.

El primero fue el juicio por terrorismo de 2015 contra el ciudadano sueco Bherlin Gildo, quien luchó en la Katiba Al-Muhajirin y más tarde para la filial oficial de Al Qaeda en Siria, el Frente Al-Nosra.

Tras abandonar la lucha, Gildo fue detenido durante su tránsito por el aeropuerto de Heathrow. Las autoridades británicas le acusaron de asistir a un campo de entrenamiento terrorista y recibir adiestramiento con armas entre el 31 de agosto de 2012 y el 1 de marzo de 2013, así como de poseer información que podría ser útil para un terrorista.

Sin embargo, el juicio por terrorismo fracasó “tras temerse un profundo bochorno” para los servicios de seguridad británicos. De hecho, como explicó el abogado de Gildo, “las agencias de inteligencia británicas apoyaban a los mismos grupos de oposición sirios que él”.

Otro ejemplo es el ex detenido de Guantánamo, Moazzam Begg, que también fue juzgado por cargos de terrorismo por ayudar a la Katiba Al-Muhajirin. Begg viajó a Siria varias veces en 2012 e impartió entrenamiento físico a los combatientes extranjeros del grupo en Alepo. Begg realizó su último viaje a Siria en diciembre de 2012.

Begg fue detenido por las autoridades británicas en 2014 y acusado de participar en un campo de entrenamiento terrorista. Sin embargo, fue puesto en libertad después de que funcionarios de inteligencia británicos del MI5 “entregaran tardíamente a la policía y a los fiscales una serie de documentos que detallaban los amplios contactos de la agencia con él antes y después de sus viajes a Siria”, y que mostraban que el MI5 había dicho que “Begg podía continuar sin trabas su trabajo para la llamada oposición en Siria”.

Estaba claro que cualquier juicio por terrorismo contra Kotey y Elsheij en Reino Unido fracasaría por las mismas razones que los casos anteriores, lo que no dejaría a las autoridades británicas otra opción que juzgarlos en Estados Unidos.

En una carta filtrada al Telegraph, el ex ministro del Interior Sajid Javid explicaba que “Reino Unido no tiene actualmente ninguna intención de buscar, ni de alentar activamente, el traslado de Kotey y Elsheij a Reino Unido para que sean procesados en el futuro en Reino Unido”. Demostrando que se sentía presionado por esta decisión, Javid escribió al destinatario de la carta: “Comprendo su frustración por este asunto”.

“A pesar de las repetidas garantías ministeriales de que los yihadistas británicos que viajen a Siria responderán ante los tribunales británicos, la carta del ministro del Interior revela la preocupación de que las leyes de este país puedan no ser lo suficientemente fuertes como para garantizar el éxito de los enjuiciamientos”, concluía el Telegraph.

Las leyes antiterroristas estadounidenses eran más eficaces. La legislación británica no era lo suficientemente sólida como para condenar a alguien por terrorismo por luchar con un grupo al que apoyaban los propios servicios de inteligencia británicos.

Un testigo del apoyo imperialista al Califato Islámico

A pesar de las afirmaciones de que no había pruebas suficientes para procesar a Kotey en Reino Unido, cualquier condena que hubiera prosperado en Estados Unidos se habría basado en las pruebas reunidas por los fiscales británicos, que debían compartir con sus homólogos estadounidenses.

Sin embargo, los funcionarios estadounidenses no habían dado garantías de que Kotey no se enfrentaría a la pena de muerte en caso de ser declarado culpable. Dado que la pena de muerte está abolida en Reino Unido, era contrario a la política británica de larga data proporcionar pruebas a los jueces estadounidenses que pudieran contribuir a una condena a muerte.

No obstante, el ministro del Interior Javid aprobó la entrega de pruebas contra Kotey y Elsheij a los fiscales estadounidenses después de que los dos fueran trasladados de la custodia de las FDS a Estados Unidos.

El miembro de la Cámara de los Lores Alex Carlile, antiguo revisor de la legislación antiterrorista, describió la disposición de Javid a aprobar eso como “un cambio radical de política por parte de un ministro, en secreto, sin ningún debate en el Parlamento”, y que “Gran Bretaña siempre ha dicho que transmitirá información e inteligencia, en los casos apropiados, siempre que no haya pena de muerte. Se trata de una política de hace décadas y no corresponde al ministro del Interior cambiarla”.

El 19 de agosto de 2014 el mal llamado Califato Islámico difundió un vídeo de la decapitación del periodista estadounidense James Foley, secuestrado por la organización terrorista en 2012 mientras cubría el conflicto en Siria. La espeluznante ejecución de Foley se ha convertido en una de las historias más seguidas de la guerra en Siria. El asesino de Foley, Mohammed Emwazi, conocido popularmente como “Jihadi John” por los medios occidentales, era un británico nacido en Kuwait.

Esto llevó a la madre de Elsheij a demandar al gobierno británico, temiendo que si su hijo y Kotey eran condenados en un tribunal estadounidense serían ejecutados. El caso llegó finalmente al Tribunal Supremo británico, que, según el New York Times, “dictaminó por unanimidad que la decisión del ministro del Interior británico de transferir datos personales a autoridades policiales extranjeras para su uso en procesos penales capitales sin ninguna salvaguarda, violaba una ley de protección de datos aprobada en 2018”.

El fiscal general de Estados Unidos, William Barr, aseguró tardíamente, en agosto de 2020, que Kotey y Elsheij no se enfrentarían a la pena de muerte, lo que permitió el intercambio de pruebas y la continuación de los procedimientos.

Escape del corredor de la muerte

El año pasado Kotey y Elsheij fueron finalmente declarados culpables y condenados a cadena perpetua. En aquel momento, el Washington Post explicó que era poco probable que Elsheij y Kotey fueran procesados, ya que en el momento de su captura “no estaba claro que pudiera celebrarse un juicio en Estados Unidos. Una acusación federal ha encontrado oposición en los más altos niveles de gobierno de ambos continentes”.

Aunque no está claro el motivo de la reciente desaparición de Kotey de la Oficina de Prisiones de Estados Unidos, la insistencia de las autoridades británicas en que él y su compatriota Elsheij fueran procesados por un tribunal estadounidense y no británico, y la reticencia de ambos gobiernos a juzgar a los dos terroristas del Califato Islámico, indican que los británicos deseaban ocultar su anterior apoyo a los extremistas que ayudaron a crear la organización terrorista.

Aunque se sabe que el Califato Islámico surgió en Irak, siguen apareciendo pruebas de que funcionarios de Londres y Washington desempeñaron un papel crucial en el ascenso del célebre grupo terrorista como parte de un esfuerzo más amplio para derrocar al gobierno sirio de Bashar Al Assad.

Fuente (vía mpr21): Guillaume Van Wagenen

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