Desde que Pedro Sánchez llegó al Gobierno hay 620.000 españoles menos y 2,7 millones de extranjeros más en España
Desde que Pedro Sánchez asumió el Gobierno en 2018, la crisis demográfica en España ha empeorado de manera alarmante. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el país cuenta con 620.000 ciudadanos españoles menos, mientras que la población extranjera ha aumentado en 2,7 millones en los últimos cinco años. Esta evolución ha puesto de relieve la incapacidad del Ejecutivo para afrontar el descenso de la natalidad y la salida de jóvenes españoles, apostando en su lugar por una política migratoria que ha disparado la entrada de extranjeros.
La drástica caída en el número de ciudadanos españoles es un síntoma claro de un problema estructural que el Gobierno de Sánchez no ha sabido abordar. La baja natalidad, que ya era un reto para el país, se ha visto acentuada por la falta de incentivos para que las familias españolas puedan tener hijos. Los datos indican que las medidas propuestas por el Ejecutivo en materia de conciliación y apoyo a la natalidad no han servido para nada. Mientras tanto, miles de jóvenes continúan emigrando en busca de mejores oportunidades laborales fuera de España, debilitando aún más la demografía nacional.
En lugar de solucionar este problema, el Gobierno ha optado por abrir las puertas a la inmigración ilegal masiva como una supuesta solución para compensar la disminución de la población. Sin embargo, la llegada de 2,7 millones de extranjeros en tan poco tiempo ha generado tensiones sociales y económicas. Muchos critican que este crecimiento descontrolado no ha sido acompañado por políticas efectivas de integración, lo que ha derivado en problemas como el aumento de la delincuencia y una mayor presión sobre los servicios públicos, como la sanidad y la educación. Además, se teme que la dependencia del aumento de la inmigración para sostener el crecimiento demográfico sea insostenible a largo plazo.
Esta situación ha abierto un debate sobre las prioridades del Gobierno de Sánchez, que parece haber abandonado a los ciudadanos españoles en su propia tierra. La política de inmigración descontrolada, combinada con la falta de un plan efectivo para fomentar la natalidad entre los españoles, está transformando el perfil demográfico del país de forma irreversible. La crítica hacia la gestión del Ejecutivo es cada vez más fuerte, con voces que exigen políticas reales para frenar el declive de la población española y evitar que el país dependa exclusivamente de la inmigración como solución temporal a un problema profundo y de largo alcance.