Noruega pierde bastante más de lo que gana al subir el impuesto a la riqueza
En un intento por aumentar los ingresos fiscales, el gobierno noruego decidió incrementar el impuesto a la riqueza. Con esta medida, esperaba obtener unos jugosos 146 millones de dólares adicionales, pensando que los millonarios del país recibirían la noticia con la calma característica de los fiordos. Sin embargo, los ricos noruegos tenían otros planes, y en lugar de abrir la billetera, abrieron las puertas… ¡de sus jets privados!
La maniobra fiscal, que parecía brillante sobre el papel, tuvo consecuencias inesperadas. En lugar de quedarse en casa y contribuir al bienestar nacional, muchos millonarios hicieron las maletas y se mudaron a países más cálidos y con menos impuestos, dejando a Noruega con menos superyates en sus puertos y, lo más preocupante, con una considerable pérdida de ingresos fiscales. Según los cálculos, esta “fuga de cerebros financieros” ha costado al país 594 millones de dólares al año. ¡Casi como si los millonarios hubieran dicho “toma tu impuesto y multiplícalo por cuatro”!
El resultado final ha sido una pérdida neta de 448 millones de dólares anuales, lo que deja al gobierno noruego rascándose la cabeza (y el bolsillo) ante lo que parecía una idea ganadora. Los críticos se han apresurado a señalar que la política de “hacer pagar más a los que más tienen” podría necesitar algunos ajustes. Aunque, a este paso, puede que los únicos que queden para discutir la política sean los peces de los fiordos.
Mientras tanto, los millonarios exiliados disfrutan de sus nuevas residencias en lugares como Suiza o Mónaco, probablemente brindando por la ingeniosa jugada, con champán libre de impuestos. ¿La moraleja de la historia? En la economía global, el que se fue… se fue, y con sus impuestos también.