Una doctora y activista trans oculta estudio sobre los bloqueadores de pubertad en menores porque los resultados no fueron lo que esperaba |

Una doctora y activista trans oculta estudio sobre los bloqueadores de pubertad en menores porque los resultados no fueron lo que esperaba

Un estudio de 10 millones de dólares, financiado por los contribuyentes estadounidenses y dirigido por la doctora Johanna Olson-Kennedy, una conocida defensora de los derechos trans, ha sido deliberadamente ocultado tras arrojar resultados que no favorecen el uso de bloqueadores de pubertad en menores.

Olson-Kennedy, en declaraciones al New York Times, admitió haber retenido la publicación de los datos debido al temor de que estos fueran “utilizados como arma” por quienes critican los tratamientos de afirmación de género en niños. La investigación, que tuvo una duración de nueve años y fue financiada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH), no encontró mejoras en la salud mental de los participantes tras recibir los bloqueadores.

El estudio, que incluyó a 95 menores de un promedio de 11 años, buscaba evaluar los efectos de los bloqueadores de pubertad en la salud mental de los niños trans. Sin embargo, los resultados no respaldaron las expectativas de que estos tratamientos redujeran síntomas de depresión o ansiedad, algo que Olson-Kennedy atribuyó a que los participantes ya estaban “en buena forma mental” antes de comenzar el tratamiento. A pesar de ello, datos previos dentro del mismo estudio señalaron que alrededor del 25% de los participantes sufrían de depresión o pensamientos suicidas antes del tratamiento, lo que contradice sus explicaciones.

La decisión de Olson-Kennedy de no publicar los resultados ha sido fuertemente criticada, incluso por otros investigadores que participaron en el estudio. Amy Tishelman, psicóloga clínica y co-investigadora del proyecto, señaló que retener los datos por miedo a las repercusiones contradice los principios básicos de la investigación científica.

“Entiendo el miedo a que se use como arma, pero es crucial que la ciencia se publique”, afirmó Tishelman. En la misma línea, Erica Anderson, psicóloga y experta en jóvenes trans, calificó la decisión como “perturbadora” y “contraria al método científico”, subrayando que el deber de los científicos es reportar los resultados, independientemente de su impacto en la opinión pública.

Este caso añade combustible al creciente debate sobre los tratamientos de afirmación de género para menores. Según una encuesta de The Washington Post-KFF, el 68% de los adultos estadounidenses se oponen al uso de bloqueadores de pubertad en menores de entre 10 y 14 años. Además, en países como Inglaterra y Finlandia, las autoridades sanitarias han tomado decisiones para restringir el uso de estos tratamientos, argumentando que la mayoría de los niños con disforia de género pueden superarla sin intervención médica. La retención de esta investigación no solo debilita la confianza en el campo de la medicina trans, sino que también plantea preguntas sobre la ética y la transparencia en el uso de fondos públicos.

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