Disney se hunde casi un 14% en bolsa en los últimos seis meses por su ideario woke
The Walt Disney Company ha visto caer su valor en bolsa un 26% en los últimos cinco años y un 13,7% en solo seis meses. Este declive se atribuye en gran medida a la obsesión del CEO Bob Iger, de 73 años, con una ideología ultra-progresista y “woke”, así como a una falta de ideas innovadoras y la dificultad de obtener rentabilidad en el sector del streaming. Iger, sin embargo, no será reemplazado hasta 2026, cuando se espera que se anuncie su sucesor a principios de año, ya que su contrato concluye en diciembre de ese mismo año.
Para enfrentar esta situación, Disney ha incorporado como presidente no ejecutivo a James Patrick Gorman, un banquero de inversión australiano-estadounidense de 66 años, quien dejará su puesto en Morgan Stanley el 31 de diciembre. Gorman no es un extraño para Disney, ya que ha sido consejero y preside el Comité de Planificación de la Sucesión, junto a otros importantes ejecutivos de diversas industrias.
La agenda progresista de Disney ha llevado a su actual caos. Mark Parker, quien tomó la presidencia no ejecutiva de Disney en abril de 2023, no ha logrado encontrar un sucesor adecuado para Iger ni lidiar con el inversor crítico Nelson Peltz, quien se había quejado de la dirección política de la compañía. Sorprendentemente, el 21 de octubre, coincidiendo con su cumpleaños, se anunció que Parker será relevado por Gorman el 2 de enero.
Bob Iger ha estado involucrado en el mundo del entretenimiento desde 1972 y ha ocupado posiciones clave en Disney, incluyendo CEO y presidente. Bajo su mando, la compañía ha realizado adquisiciones importantes, pero su reciente regreso a la dirección ha estado marcado por polémicas y pérdidas, especialmente tras el enfrentamiento con el gobernador de Florida, Ron DeSantis. A pesar de ser parte integral de la historia de Disney, su gestión ha estado marcada por la creciente preocupación de que el contenido de la compañía se ha desviado hacia un adoctrinamiento ideológico, presentando valores de género y diversidad que muchos consideran inapropiados para el público infantil.
Los resultados de esta estrategia son evidentes en producciones recientes, que han sido criticadas por priorizar agendas políticas sobre el entretenimiento puro. Ejemplos como The Acolyte, que ha incluido personajes controvertidos y elementos que no resonaron con los fans de Star Wars, subrayan la falta de conexión con su audiencia. Además, el foco en remakes y secuelas ha dejado a muchos decepcionados ante la escasez de contenido original, mientras que la compañía también ha sido criticada por su postura pro-aborto y sus políticas laborales que reducen beneficios a los empleados.
En resumen, Disney enfrenta un dilema: su compromiso con una agenda “woke” ha provocado un deterioro en su imagen y rendimiento financiero, dejando a muchos cuestionando si la compañía podrá recuperar su esencia y atractivo original en un mercado cada vez más competitivo.