El 94% de los abortos realizados el año pasado se llevaron a cabo a petición de la madre, según datos del Ministerio de Sanidad
La causa provida es, sin lugar a dudas, una de las más nobles e importantes que debemos defender en nuestros tiempos. Sin embargo, la alarmante indiferencia con la que se aborda el aborto en muchos sectores de la sociedad ha generado una auténtica crisis moral.
Las cifras no mienten: el Ministerio de Sanidad refleja que el 94% de los abortos realizados el año pasado se llevaron a cabo a petición de la madre, lo que evidencia que la gran mayoría de estos actos no responde a situaciones extremas, como a menudo se intenta justificar, sino que se normalizan como una decisión más, sin reparar en las devastadoras consecuencias tanto para la madre como, por supuesto, para el ser humano indefenso que está en juego.
Los defensores del aborto suelen apelar a casos límite o sin solución aparente para justificar su postura. Sin embargo, esta narrativa oculta intereses perversos que buscan trivializar el valor de la vida, haciendo creer que no hay más opciones. Pero lo cierto es que siempre hay alternativas. Existen numerosos recursos y organizaciones dispuestas a acompañar a las mujeres embarazadas en situaciones difíciles, ofreciéndoles apoyo emocional, económico y sanitario. Entre estas organizaciones, destacamos la estupenda labor que realiza el refugio Pro Vida de la plataforma de participación ciudadana Derecho a Vivir, vinculada a la asociación ciudadana Hazte Oír.
Ante esta realidad, debemos preguntarnos: ¿cómo hemos llegado a aceptar que la respuesta ante un embarazo no planeado sea la eliminación de una vida inocente? En lugar de ofrecer soluciones que acompañen y cuiden, hemos permitido que se promueva una cultura del descarte, en la que se ignora la dignidad de los más vulnerables.
Es vital recordar que no se trata de una “elección” sin consecuencias. El aborto es irreversible y deja huellas profundas, tanto físicas como psicológicas, en las mujeres que lo padecen. Cada vida cuenta, y cada aborto significa una oportunidad perdida de proteger y preservar una vida humana que merece ser vivida.
¡Salvemos las dos vidas! Es hora de defender la vida, de alzar la voz por quienes no pueden hacerlo y de ofrecer verdadero apoyo a las mujeres en situación de vulnerabilidad. No permitamos que los intereses egoístas y el relativismo moral sigan destruyendo lo más sagrado: la vida misma.
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