Arden las catedrales francesas: ¿La fase final de la descristianización?
Un destacado conservador del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, Keith Christiansen, ha sido criticado por subir a Instagram un cuadro en el que se ve a Alexandre Lenoir salvando monumentos de las turbas en plena Revolución Francesa. Christiansen escribió:
Alexandre Lenoir hizo frente a unos revolucionarios fanáticos obcecados en destruir las tumbas reales de Saint Denis. Cuántas grandes obras de arte se han perdido por el afán de desprendernos de un pasado que no aprobamos. Y qué agradecidos estamos a gente como Lenoir, que comprendió que su valor –artístico e histórico– trascendía un momento de cambio y turbulencias político-sociales.
Christiansen criticaba la ola de profanación y eliminación de monumentos históricos que estamos viviendo. No podía saber que, unas semanas más tardes, otra catedral francesa sería vandalizada y que un órgano que había sobrevivido a los zelotes revolucionarios de Lenoir sería pasto de las llamas.
Se cree que el incendio en la catedral de San Pedro y San Pablo de Nantes fue provocado. Sólo ha pasado un año del incendio que casi destruye por completo la catedral de Notre-Dame de París. Posteriormente sufrieron también los embates del fuego la histórica iglesia de San Sulpicio de París y la basílica de Saint Denis (la misma que aparece en el cuadro que subió Christiansen a Instagram).
“Tras el de Notre Dame, el incendio en la catedral de Nantes debería hacer reflexionar a nuestras élites sobre el gran desorden, el gran cambio que estamos viviendo; hay un proceso de des-civilización”, manifestó el escritor y exministro francés Philippe de Villiers.
“En Francia se está produciendo la destrucción silenciosa de sus raíces cristianas”, afirma el filósofo Michel Onfray. “Todos los días hay uno o dos actos anticristianos, pero se tiene que incendiar una catedral para que se empiece a hablar de ello”.
En el último año y medio ha habido incendios en seis catedrales e iglesias francesas de importancia: Notre Dame, Nantes, Rennes, San Sulpicio, Lavaur y Pontoise. Quizá sea esta la razón por la que el historiador Rémi Brague afirmó que el incendio de Notre Dame fue “nuestro 11-S”. El Observatorio del Patrimonio Religioso listó un total de 20 iglesias francesas que habían sido pasto de las llamas en sólo un año.
Poco publicitados y aún menos condenados, los ataques contra los lugares cristianos de culto se están multiplicando en Francia y alcanzando dimensiones preocupantes. El incendio de Nantes no fue sino el último de una serie de devastaciones que se vienen produciendo desde hace años y que al parecer no escandalizan a nadie.
Hace cuatro años, la basílica de San Nicolás de Nantes quedó prácticamente destruida por un incendio. Había sido restaurada en 2014 y estaba en perfectas condiciones. Las primeras informaciones en los medios franceses sobre vandalizaciones de iglesias se remontan hasta diez años. El año pasado, hubo una semana en que se profanaron cuatro templos.
El cardenal Robert Sarah, prelado guineano de la Iglesia católica, escribió:
Las profanaciones continúan creciendo en Europa. Los recientes ataques a estatuas de la Virgen María en iglesias francesas muestran hasta qué punto son fruto de un odio bárbaro. Hay que reaccionar. Los católicos no pueden seguir callados.
Y añadió:
Las profanaciones y vandalizaciones de iglesias son el triste reflejo de una civilización enferma que ha caído en las redes del mal. Los obispos, los sacerdotes, los hombres de fe deben tener fuerza y coraje.
Algunas personalidades laicas se han manifestado contra los ataques. “¡No toques mi iglesia”, rezaba un llamamiento de escritores, periodistas, políticos y profesores universitarios que demandaban protección para los templos.
La experta en asuntos religiosos Nina Shea ha escrito que los atacantes son anarquistas, delincuentes, militantes de izquierdas, satanistas e islamistas, que comparten el odio a Francia y a la civilización occidental. El antisemitismo parece ir de la mano del anticristianismo. En Francia, las sinagogas están protegidas “como fortines”, los escolares judíos han sido víctimas de ataques terroristas y a los judíos en general se les aconseja no lucir símbolos religiosos por su propia seguridad.
Los incidentes anticristianos se han incrementado un 285% entre 2008 y 2019.
La Revue des Deux Mondes ha hablado de “la tragedia de las iglesias francesas”. Más de 5.000 templos se encuentran amenazados por problemas estructurales. En 2018 fueron vandalizadas 875 iglesias. En 2019, los actos anticristianos registrados fueron 1.052.
“Creo que hay una creciente hostilidad en Francia contra la Cristiandad y contra sus símbolos”, sostiene Ellen Fantini, directora del Observatorio de la Intolerancia y la Discriminación contra los Cristianos en Europa, con sede en Viena.
“Todos los días se profanan al menos dos iglesias”, declaró la diputada francesa Valérie Boyer a The Sun.
Gilbert Collard, diputado de la Agrupación Nacional, comparó el incendio de Nantes con la reciente decisión de las autoridades turcas de convertir la antigua catedral de Santa Sofía en una mezquita. “Los símbolos son pasto de las llamas”, aseveró.
En los últimos años, las iglesias francesas han sido objeto de una serie de provocaciones y ataques islamistas. Dalil Boubakeur, rector de la Gran Mezquita de París y presidente del Consejo Francés de la Fe Islámica, pidió que las iglesias vacías pasaran a ser mezquitas. En Saint-Étienne-du-Rouvray, en el norte del país, dos terroristas del Estado Islámico mataron al padre Jacques Hamel durante una misa matinal. La conmoción fue inmediata e inmensa. El islamismo también planeó atentar contra Notre-Dame de París, y de hecho consiguió perpetrar un ataque a lo ISIS contra el mercado navideño de Estrasburgo.
La propuesta de Boubakeur refleja una comprensión realista del patrimonio cristiano en Francia. “Abandonadas, profanadas, transformadas, las iglesias se han convertido en salas de espectáculos, discotecas, restaurantes, bodegas… Todo antes de la demolición”, informa la periodista Marie de Greef-Madelin en Valeurs Actuelles. A estas transformaciones a veces se les llama “la segunda vida de las iglesias francesas”. “Al ritmo actual, para el año 2030 Francia habrá perdido el 10% de sus iglesias y capillas”, vaticina Édouard de Lamaze, presidente del Observatorio del Patrimonio Religioso. “Serán vendidas o destruidas”.
La basílica de Saint Denis, lugar de enterramiento de los reyes de Francia, es ya un museo cristiano y un suburbio islamizado de París; y, antes del incendio, la catedral de Notre-Dame se había convertido en un museo para turistas. “Hemos llegado a la fase final de la descristianización”, comenta el analista político Jerome Fourquet; como si los incendios en sus principales catedrales fueran el símbolo de cómo Francia ha perdido su territorio, su historia y su identidad.
“Esto empeorará hasta donde decidan los propios vándalos”, dice Ellen Fantini. “¿Se detendrán en el incendio de una iglesia vacía? ¿En la decapitación de estatuas?”.
“Estamos en una encrucijada”, afirma el filósofo Alain Finkielkraut. “Mientras sea posible, hemos de intentar cualquier cosa para salvar nuestra civilización. Nuestra civilización es el legado griego, romano y judeocristiano”.
Europa no es una construcción abstracta. Su identidad bebe de varias fuentes. El cristianismo es obviamente la más importante. Si fracasa a la hora de protegerlo, Francia tal como la conocemos dejará de existir y se convertirá en algo completamente distinto.
Giulio Meotti, periodista y escritor italiano, editor cultural de Il Foglio.
Artículo original: https://es.gatestoneinstitute.org/16298/arden-catedrales-francesas